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martes, 18 de mayo de 2010

travesia Villa Paranacito (E.R.) / Carmelo ( R.O.U.) / Tigre 2005



Eran aproximadamente las 22:00 del viernes 17 de Junio del 2005. En el estacionamiento del Club de Regatas Hispano Argentino, ubicado a la vera del Río Luján, en la ciudad de Tigre, un micro escolar Mercedes Benz 1114 aguardaba que nosotros, un grupo de kayakistas que remamos habitualmente en la 1° Sección del Delta, terminemos nuestros preparativos para partir hacia la localidad de Villa Paranacito.
En la parte posterior del vehículo, se encontraba enganchado un trailer en los que irian 10 kayaks encima, aguardando el momento en que los hiciéramos surcar las aguas entrerrianas.
Mientras algunos de los palistas (Guillermo Ingianna, Jorge Sanchez, Sebastián Alberti, Hernan Perez Aguirre y Pablo Banchero), terminaban de asegurar las embarcaciones como para soportar los movimientos del vehículo sobre un camino de tierra, el resto (Silvio Ramos, Jorge Villanueva y Nestor Rasiak) cargábamos el colectivo con el equipaje que en menos de 12 horas se encontraría estibado en las bodegas de los botes.
Terminados los preparativos y emprendimos el viaje, durante el cual nos entretuvimos intercambiando anécdotas de remadas propias y ajenas mientras uno a uno firmábamos, por indicación del Capitán Sebastián Alberti, las solicitud de roles que iríamos dejando en cada puerto al que arribáramos.
Llegamos a Villa Paranacito Provincia de Entre Ríos a las Hs. 01:15 AM y nos dirigimos al destacamento de Prefectura Naval Argentina de esa localidad. Fuimos recibidos de forma muy amable por el Prefecto Jefe Gustavo Hipolito Ramallo, quien nos condujo hasta un quincho, indicándonos que podríamos pasar allí la noche. Dividimos las tareas nuevamente, y mientras un grupo se dedicaba a bajar los bolsos del colectivo, otros encendieron el fuego que tendría por función brindarnos calor a lo largo de la noche.
Al día siguiente o, mejor dicho, cuatro o cinco horas después de meternos en las bolsas de dormir, nos despertamos para desayunar los riquísimos buñuelos que había traído Nestor Rasiak y comenzar a estibar los botes.

Mientras hacíamos esto, llegaron Héctor Alonso y Guillermo Diaz, que no habían podido viajar con el resto de nosotros en el colectivo por sus obligaciones. Nos comentaron que se habían equivocado en un desvío, por lo que habían estado toda la noche viajando sin haber podido dormir. Sin embargo, allí estaban los dos, dispuestos a subirse a sus kayaks para remar con nosotros hasta Carmelo
Después del desayuno, la carga de los botes, las fotos de rigor y los trámites con la Prefectura Naval Argentina, uno a uno fuimos entrando al agua para remar hasta el arroyo Brazo Largo, que nos conduciría hacia el Río Uruguay. Bajo un cielo cubierto de nubes que presagiaban una tormenta que nunca ocurrió, remamos tranquilamente siguiendo el mismo derrotero que muchos años atrás hicieron los hombres de Lavalleja y Artigas, para luchar por la independencia del vecino país.
Hasta la desembocadura del Brazo Largo nos acompañó una lancha guardacostas de la Prefectura Naval Argentina que, una vez que sus tripulantes se aseguraron de que el cruce del Río Uruguay no representaba ningún riesgo, volvieron a Villa Paranacito después de desearnos suerte.

Iniciamos el cruce, gratamente sorprendidos por el hecho de que el río parecía aceite de lo calmo que se encontraba. A medida que avanzábamos, los detalles de la costa uruguaya se hacían cada vez más nítidos: lo primero que vimos fue el monolito en la playa en la que desembarcaron los 33 orientales y la ciudad de Nueva Palmira. Remamos unas 5:00 Hs. y por primera vez desde que habíamos salido, bajamos de los botes para almorzar en tierra uruguaya.
Mientras hacíamos combinaciones inimaginables de alimentos y disfrutábamos de nuestro descanso, Pablito Banchero, se dedico hacer un menjunje con una variedad de latas, mezclo todo tipo de alimento en una cacerola, el cual estaba riquísimo. De repente apareció en el lugar un suboficial de la Prefectura Nacional Uruguaya de Nueva Palmira, que muy amablemente nos pregunto como estábamos y cual era nuestro destino. El Capitán Sebastián Alberti informó que habíamos parado en la playa solamente para comer y que nos dirigíamos a la Ciudad de Carmelo, tal como teníamos realizado el rol hacia esa Ciudad. El Suboficial nos comunico que el destacamento de Nueva Palmira se habían enterado de nuestra travesía y nos explicó que su obligación era despacharnos al destacamento de Prefectura Naval Argentina Delta Foxtrot. Después de presentarle toda la documentación y de entregarnos el rol, continuamos con nuestro almuerzo..
Terminamos la comida y volvimos a nuestros botes para dejarnos llevar por la corriente del Río Uruguay hacia la ciudad de Carmelo. Mientras pasábamos por la ciudad de Nueva Palmira, Hector Alonso avisó por radio a D.F. que continuaríamos con rumbo a Carmelo. No hubo ninguna objeción por parte del personal de la Prefectura Naval Argentina, así que seguimos nuestro camino a una velocidad de 11 km/h prácticamente sin esfuerzo gracias a la corriente a favor.
Pasamos por Punta Gorda el cual Jorge Villanueva en forma anecdótica, nos enunciaba a cada rato de la hermosa laguna que hay ahí .
Al mismo tiempo que surcábamos las aguas del Río de La Plata, se empezó a hacer sentir un viento leve con dirección que producía algunas olas de través. Conforme pasábamos entre la costa Uruguaya y la Isla Juncal, el retiro de un sol prácticamente invisible a lo largo de la jornada decretaba la muerte del día. Las luces del complejo turístico Four Seasons y, mucho más atrás, las luces de la Ciudad de Carmelo nos indicaban la presencia de la costa, a la que nos fuimos acercando conforme se intensificaba el viento.

Hicimos la entrada al arroyo de las Vacas cerca de las 19:50 hs. y nos detuvimos en Prefectura Nacional Uruguaya para que el Capitán Sebastián Alberti pudiera avisar que pasaríamos más tarde a realizar los trámites correspondientes.
Después de haber efectuado esto, continuamos hasta el Carmelo Rowing Club, en el cual muy amablemente nos recibió “Cacho” un empleado del club, que nos abrió las puertas de las habitaciones, para que nosotros pudiésemos dejar nuestras cosas y descansar.
Después de descargar los botes y bañarnos, no hay palabras para describir lo bien que se siente una ducha caliente después de más de 10 horas de remo en el mes de Junio.
El vestuario del Carmelo Rowing Club constituía un verdadero paraíso del que no daban ganas de salir.
Nos dirigimos hacia el destacamento de Prefectura Nacional Uruguaya, que se encuentra ubicado a la vera del arroyo de las Vacas a presentar los tramites correspondientes.
Un Oficial de turno nos recepciono la documentación, nos firmo el ingreso y nos comunico que para darnos el despacho al día siguiente, necesitábamos una embarcación de apoyo a motor. No lo podíamos creer, pero bueno, por lo expresado registramos una entrevista al día siguiente con el Jefe de la Sub Prefectura de Carmelo.
Después de este trámite nos fuimos todos a cenar a un restaurante unas riquísimas pastas y disfrutar de unas cervezas Pilsen impresionantes. Aprovechamos para deliberar los comentarios recibidos. Algunos después de la cena fueron a dormir al club y otros de copas a pub que queda a 4 cuadras del club, cruzando el puente.
Al día siguiente, nos despertaron Sebastián Alberti y Guillermo Ingianna para pedirnos los documentos, dado que ellos tenían que tener una charla y consensuar con el Jefe de la Sub Prefectura de Carmelo, referente al despacho hacia la Isla Martín García., el cual muy amablemente y gracias a su colaboración nos facilito una embarcación de apoyo, un gómon con dos oficiales de ese destacamento, eso sí le tuvimos que pagar el combustible y por su puesto el despacho se realizo al destacamento de la Prefectura Naval Argentina Guazu Guazucito

Los demás integrantes de la travesía, desayunamos en el quincho del Carmelo Rowing Club y después, nos fuimos a caminar por la ciudad de Carmelo menos Gullermo Díaz que seguía durmiendo. Cuando volvimos, cerca de las 12:00, nos enteramos que cruzaríamos escoltados por un gomón de la Prefectura Nacional Uruguaya hasta el canal que atraviesa el río más ancho del mundo.
Después de que Hernán Lopez Aguirre nos tomara unas fotos en las escaleras del Carmelo Rowing Club, estibamos los botes lo más rápido que pudimos y remamos por el arroyo de las Vacas para reunirnos con el gomon que nos acompañaría hasta la mitad del Río de la Plata, juridicción aguas Uruguayas.
A medida que nos íbamos acercando al Río de La Plata, las tranquilas aguas del arroyo contrastaban con las olas producidas por un moderado viento proveniente del .Sur Oeste.. que, a continuación del trayecto las olas y el viento en contra, eran cada vez mas elevado, con el agregado de un cielo gris, conferían a toda la escena un tinte más amenazante del que realmente tenía.
Debido a las condiciones climáticas, el Capitán Sebastián Alberti y el Subcapitán Guillermo Ingianna, determinaron que por seguridad de los tripulantes de esta travesía, nuestro destino fuese el destacamento de Guazu Guazucito y de ahí al recreo El Sol, situado en el Río Paraná Guazu y no la Isla Martín García.
Remamos aproximadamente 03:00 Hs. hasta llegar a la costa Argentina, unos 200 metros al norte de la boya de peligro que indica donde está hundido el Ciudad de Encarnación. Guazú-Guazucito, donde nos detuvimos a tomar algo caliente y afortunadamente, la Prefectura Naval Argentina nos atendió muy bien, permitiéndonos usar su quincho y así tratamos de protegernos de un frío que se sentía cada vez más por efecto del viento y la ropa mojada.
Después de comer, partimos hacia el recreo El Sol, ubicado en el arroyo Naranjo a unos 100 metros del Paraná Guazú. Las aguas de este último estaban sumamente calmas y avanzábamos uno atrás de otro, lo más cerca posible de la costa para minimizar los efectos de la corriente en contra. La noche terminó por alcanzarnos y nos sentíamos los únicos hombres en esa parte del mundo, ilusión que abandonábamos cuando los ladridos de algunos perros y el sonido de una lancha isleña que venía sin luces nos recordaban otras presencias humanas. Las luces intermitentes de algunas boyas constituían, una vez más, nuestra meta porque estimábamos que señalaban la entrada al Naranjo.

Llegamos a El Sol y descargamos los botes. Después de ponernos ropas secas, fuimos al quincho del recreo a calentarnos con el fuego que había allí encendido. Mientras esperábamos la cena que nos preparaban “milanesas con puré de papas, el dueño del recreo, nos entreteníamos mirando una gran cantidad de fotos de personas con rostros sonrientes que, orgullosos, sostenían pejerreyes, surubíes, bagres blancos y dorados inmensos. Después de cenar, nos fuimos a dormir, con la íntima convicción de que al día siguiente nos esperaba una prolongada jornada de remo hasta la rampa del Club Regatas Hispano Argentino.

Por la mañana del 20 de Junio, a casi todos nos despertó Guillermo Ingianna, para que fuéramos a desayunar. Nos esperaba un café con leche caliente acompañado de una generosa cantidad de buñuelos preparados por la esposa del dueño de El Sol.
Ya estábamos acostumbrados a este tipo de desayunos porque el Vikingo Rasiak había llevado los suyos, que eran un verdadero manjar.
Después del desayuno subimos a nuestros botes, algunos de ellos con un poco de escarcha encima y, uno a uno fuimos entrando a las aguas del Naranjo, todavía cubiertas por una espesa neblina matinal. Remamos hasta el Barca Grande, que cruzamos para seguir por el Canal Arana hacia el Paraná Miní. Mientras remábamos en este canal, Sebastián Alberti, Pablo Banchero, Hector Alonso, Guillermo Ingianna y Jorge Villanueva se dieron el lujo de ser propulsados a motor al tomarse con sus manos de una canoa isleña que era remolcada por una chata, mientras el resto trataba de surfear la ola que se producía detrás de la embarcación.
Continuamos por el arroyo Felicaria, deteniéndonos a almorzar en una casa después de pedir permiso a sus moradores y compartir con todos los integrantes de la travesía un delicioso almuerzo
Posteriormente, nos dirigimos por el mismo arroyo hacia el canal Estudiante y de allí hacia el Aguaje del Durazno hasta llegar al Capitancito. Cuando estábamos cruzando el Paraná de las Palmas, divisamos en la margen de enfrente a un par de kayakistas amigos del club.
Remamos por el Río Capitán hasta el Río Sarmiento, Arroyo Abra Vieja, cruzamos el Río Sarmiento después de salir del canal Rompani y remando por el Gambado, atravesamos el Río Luján para desembarcar en la rampa del Club Regatas Hispano Argentino.
Eran las 19:10 Hs., estábamos cansados, un poco mojados y con algo de frío, pero nada de esto impidió que el Capitán descorchara una botella de Champagne, un auténtico broche de oro para celebrar la culminación de tres días de remo.

1 comentario:

VIKINGO dijo...

gracias Herny por mandarme estas fotos. recien eran mis primeras travesias, poco remado y sin las bermudas amarillas todavia !!! jaja

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